miércoles, 15 de octubre de 2014

Déficit de atención

Escuchamos constantemente que el mundo ha cambiado mucho en los últimos años, pero no es cierto. El mundo no ha cambiado, simplemente ha dado un paso más en la dirección errónea. Seguimos avanzando por un camino cuya única meta es la desnaturalización del hombre, y parece que nada ni nadie sea capaz de detener nuestra marcha marcial.
Ordenadores, teléfonos móviles y logotipos de  redes sociales son los elementos más representativos de nuestra generación. La generación de la era de las comunicaciones. La generación que ha perdido la facultad de comunicarse; y es que jamás existió una generación tan individualista como la que hoy contemplamos.
Dejemos a un lado las grandes ventajas que presenta la aparición de todas estas tecnologías, y hagamos un pequeño ejercicio de realidad: ¿Para qué se utilizan? Es muy sencillo, si queremos ver cuál es su función principal basta con analizar los contenidos que promocionan; puesto que aunque a algunos se les olvide, son empresas privadas y, como tales, su objetivo es obtener beneficios. ¿Qué nos encontramos?  Ocio, culto al cuerpo y la moda de turno. A eso se reduce la aportación de todas estas tecnologías para el grueso de los usuarios.
Vayamos ahora en sentido contrario: ¿Qué aportan los usuarios, además de los ingresos derivados de la omnipresente publicidad? En su mayoría victimismo, hipocresía, y un goteo de apoyos fútiles a diferentes causas para las cuales jamás llegan a convertirse en un apoyo real. Crean una identidad online y se relacionan a través de ella, olvidándose de ser la misma persona en el mundo real.
Ha llegado el momento de analizar esta relación en conjunto. Por un lado tenemos el más básico entretenimiento; por el otro, el más burdo teatro. El resultado: Un montón de ideales personas ficticias comunicándose entre sí, y gente real llorando a solas.

1 comentario:

  1. ...drástico y real. Siempre he creído que el problema de generalizar es omitir, quizás, la parte más relevante del todo. En cambio, como pro, diré que igual es la forma más ecuanime de mostar la realidad... (con un "importante" márgen de error).

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