Contradicciones
“Si encuentras a una persona así, alguien a
quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás,
puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día”
Patrick
Rothfuss
No todo es
oscuridad en la eterna noche del volátil abatido. En ocasiones es posible que,
al aflojar la venda de los ojos, sea capaz de percibir el reflejo de las
estrellas sobre la marmórea piel de una Venus incandescente; entonces, y solo
entonces, hasta las lágrimas se rebelan contra la naturaleza que encadena mi
existencia, tan frágil, y acuden a la llamada de alma, cuerpo, y corazón…
entonando, en un suspiro de éxtasis demente, su salmo libertario: “Abrázame”.
Retomada la
cordura, en el más ruin ejercicio de traición a la pureza que deseo defender,
reniego de los sueños del cobarde, y me detengo a contemplar los muros. Crecen
ante mi mirada muerta, se extienden hacia el infinito con un crujido de
carcajadas hirientes que resuenan en mi cabeza, humillando la imagen de un
hombre que no existe. Pero siente, siente como yo aunque no pueda ser yo;
entonces, y solo entonces, su sentir se apodera de mí, doblegando al miedo, y
rescatando a los compañeros que creía perdidos: Coraje, fuerza y voluntad… para aullar, en un instante de tenaz osadía,
su canción de resistencia: “Abrázame”.
Vuelvo a ser
solo yo, y me rindo. Claudico, a ciegas, golpeando el muro con mis puños desnudos
en un vano intento por parecer un hombre de verdad. La sangre se derrama entre
mis dedos, y disfruto del dolor con un placer que me perturba, aguardando la
recompensa, como si la vida fuera un experimento de conducta. Alma, cuerpo,
corazón, coraje, fuerza y voluntad vienen dados de la mano, sonriendo con
cinismo, burlándose de mi patética imagen; intento agarrarlos, pero son humo. Solo
queda un hombre solo, susurrando, en
la eternidad de mi tortura, un lamento de quebranto: “Abrázate tú, que yo, no
merezco tanto”
No hay comentarios:
Publicar un comentario