Se cuenta que Salomón,
temeroso de que se perdiera toda su sabiduría, ordenó a los mejores escribas de
la época que tomasen nota de cada palabra que decía. A su muerte, los escritos
se reunieron y encuadernaron en un único tomo que ocupaba una sala entera. Con
el paso de los años, otros gobernantes fueron metiendo mano al libro para
suprimir todo aquello que no querían que su pueblo supiera, hasta el punto que
de aquel inmenso libro, quedó tan solo la leyenda de su tortuosa existencia, un
dibujo de un niño, y estas tristes cien palabras de un autor desconocido.
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Se cuenta que Salomón,
temeroso de que se perdiera toda su sabiduría, ordenó a los mejores escribas de
la época que tomasen nota de cada palabra que decía. A su muerte, los escritos
se reunieron y encuadernaron en un tomo más bien pequeñito, y en su memoria
escribo estas líneas.
Fdo:
Mariano Rajoy
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Se cuenta que Salomón,
a pesar de ser un enorme pozo de sabiduría, no llegaba al nivel de
clarividencia de nuestro amado presidente Pedro Sánchez.
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