Calles
de Palencia
Las
calles susurran a mi paso historias que no me pertenecen; y aun así, las hago
mías, pues su dolor me identifica más que mi propia sangre. Anónimos
sentimientos que reclaman la atención del viajero sin destino, acompañándolo en
la soledad que lo apresa, provocan una
reflexión en mí al reparar en lo cerca que nos encontramos todos aquellos cuya
voz rara vez toma las formas de la palabra deseada.
Son como yo,
como nosotros. Somos nosotros. Innumerables voces que se desprenden del vacío
interior que les alberga, buscando ser comprendidas por un mundo que, en
apariencia, les da la espalda. Cada uno en su estilo, con sus medios, con su
forma de gritar: Papel o cemento, pintura o tinta, enrevesadas disertaciones acerca
del ser o poderosos lemas que provocan un impacto inmediato. Qué más da. Lo
importante es el mensaje que nos une, regalándonos la certeza de que, ocultos
tras las exigencias de esta tierra de vanidades, hay cientos de personas que
sienten nuestro pesar y padecen nuestro sentir, expresándolo y, al mismo
tiempo, expulsándolo de su pecho. “¡Ahí lo tenéis! ¡Es mío y es vuestro! ¿Te
reconoces? ¡Pues deja de esconderte!” Exclama cada aullido entre las letras que
lo componen.
Algunas
de estas ideas son tan puras que ni siquiera exigen reflexión. La llamada a
nuestras convicciones más profundas es clara y directa, y nos sacude como si de
repente tropezáramos con una parte de nosotros cuya existencia habíamos
olvidado. Es duro que una pared te recuerde quien eras, y que sus palabras
expongan más verdad que la mayoría de tus actos. Al leerlos, me pregunto si sus
autores consiguieron vivir esa verdad, o si solo la dejaron libre en su
cuaderno particular, que es esta ciudad sin renglones.
Pero en cualquier caso,
me siento alentado por su rugido misterioso. La fuerza de la idea poco o nada
tiene que ver con la debilidad del hombre, sometido a presiones que se
desvanecen ante la esencia de las palabras. Les apoyo aunque a veces no pueda
seguirles, les comprendo aunque no sepa quiénes son, y les brindo un pequeño
homenaje, a mí manera; aunque tal vez nunca lo sepan, ni falta que les hace. Seguid
llenando de color nuestros muros grises, y sentid la complicidad de todos
aquellos a los que también nos falta algo.
*La distribución no es así exactamente, pero el editor del blog no me da para más jajaja
Más poesía y menos policía !!!
ResponderEliminarSería una bonita pintada, si la haces por ahí lo incluiré en el próximo :P
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