No termino de
comprender la pasividad que domina a nuestra sociedad en todo cuanto se refiere
a la gestión del dinero público. Creo que el problema reside en la falta de
conciencia de qué es realmente el dinero público, de dónde sale, y cómo se
utiliza.
El dinero público es la
base de nuestro sistema de organización. En teoría, es un sistema basado en la
solidaridad social, construido de forma que todos los ciudadanos aportemos en
una hucha común en función de nuestras posibilidades; posteriormente, nuestros
gobernantes, elegidos de forma democrática, gestionarán esos fondos con el
objetivo de proporcionar una serie de servicios al conjunto de la sociedad, sin
distinción de raza, religión, o clase a la que pertenezcan. Obviemos por un
momento la realidad, y supongamos que todo esto se lleva a la práctica tal y
como propone la teoría.
Todo este dinero
procede fundamentalmente de la aportación ciudadana: Obligan a nuestros jefes a
pagar una importante cantidad directamente al Estado, nos retienen parte de
nuestras nóminas, y nos cobran de más en cada producto que decidimos consumir.
Lo que pagamos de más es dinero que cedemos al Estado; lo que nos retienen de
nuestras nóminas es dinero que cedemos al Estado; y lo que nuestros jefes pagan
por tenernos contratados, no es una carga que los empresarios sufran por el
bien social (como muchos intentan hacernos creer), si no un dinero que
directamente pagan al Estado en vez de a nosotros. Y todo este dinero cedido al
Estado tiene como objetivo, recordemos, proporcionarnos todos aquellos derechos
y servicios que se recogen en nuestras leyes.
El dinero recaudado a
través de todos estos métodos sirve para sufragar los gastos del Estado.
Eso incluye, entre otras cosas, el mantenimiento de todas las instituciones
estatales, nuestra política exterior, la construcción de infraestructuras,
sanidad, educación…
En los últimos tiempos
hemos creado una especie de redada contra la corrupción, y a todos aquellos
gestores que han metido en su bolsillo dinero público los estamos sentando en
un banquillo de acusados. Pero no os confundáis, corrupción no es sólo robar
dinero público. Corrupción es también la mala gestión de ese dinero.
Corrupción es utilizar
a la policía para sacar de sus casas a la gente que ha pagado los sueldos de
esos policías cada vez que compra una barra de pan.
Corrupción es mandar a
nuestras tropas, pagadas con nuestro trabajo, a combatir allá donde decida un
gobierno extranjero a cambio de favores comerciales.
Corrupción es salvar
con nuestro dinero un sistema financiero que abusa de nosotros, mientras
dejamos que nuestros ciudadanos vivan en la calle.
Corrupción es
privatizar servicios cuyas infraestructuras han sido pagadas con el esfuerzo de
todos nosotros.
Corrupción es, en
definitiva, la mala gestión de todos aquellos recursos que nos OBLIGAN a cederles. No os conforméis con ver entre
rejas a cuatro peleles, la corrupción está en la base del sistema de
representación, porque es todo aquello que nuestros gerentes hacen con nuestro
dinero y cuyo objetivo principal no es el beneficio del conjunto de la
ciudadanía.
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