Escuchamos
constantemente que el mundo ha cambiado mucho en los últimos años, pero no es
cierto. El mundo no ha cambiado, simplemente ha dado un paso más en la
dirección errónea. Seguimos avanzando por un camino cuya única meta es la desnaturalización
del hombre, y parece que nada ni nadie sea capaz de detener nuestra marcha
marcial.
Ordenadores, teléfonos
móviles y logotipos de redes sociales
son los elementos más representativos de nuestra generación. La generación de
la era de las comunicaciones. La generación que ha perdido la facultad de
comunicarse; y es que jamás existió una generación tan individualista como la
que hoy contemplamos.
Dejemos a un lado las
grandes ventajas que presenta la aparición de todas estas tecnologías, y
hagamos un pequeño ejercicio de realidad: ¿Para qué se utilizan? Es muy
sencillo, si queremos ver cuál es su función principal basta con analizar los
contenidos que promocionan; puesto que aunque a algunos se les olvide, son
empresas privadas y, como tales, su objetivo es obtener beneficios. ¿Qué nos
encontramos? Ocio, culto al cuerpo y la
moda de turno. A eso se reduce la aportación de todas estas tecnologías para el
grueso de los usuarios.
Vayamos ahora en
sentido contrario: ¿Qué aportan los usuarios, además de los ingresos derivados
de la omnipresente publicidad? En su mayoría victimismo, hipocresía, y un goteo
de apoyos fútiles a diferentes causas para las cuales jamás llegan a
convertirse en un apoyo real. Crean una identidad online y se relacionan a
través de ella, olvidándose de ser la misma persona en el mundo real.
Ha llegado el momento
de analizar esta relación en conjunto. Por un lado tenemos el más básico
entretenimiento; por el otro, el más burdo teatro. El resultado: Un montón de
ideales personas ficticias comunicándose entre sí, y gente real llorando a
solas.
...drástico y real. Siempre he creído que el problema de generalizar es omitir, quizás, la parte más relevante del todo. En cambio, como pro, diré que igual es la forma más ecuanime de mostar la realidad... (con un "importante" márgen de error).
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