Está de moda salvar la
democracia. Todos lo hacen, desde aquellos que creen haberla inventado hace
cincuenta años, hasta quienes creen que la han inventado anteayer. Todos hablan
en nombre de la democracia a la que defienden, aquella democracia en la que la
mayoría piensa igual que ellos; porque si no, claro está, no es democracia,
sino manipulación, ignorancia o falta de interés.
En Europa llevamos ya
doscientos años salvando la democracia. El proceso es siempre el mismo: Las
instituciones se corrompen, la multitud pierde la confianza en sus líderes, y
surgen otros nuevos a los que comienzan a seguir. El sistema renueva sus
energías, recupera la fuerza y la ilusión durante algún tiempo, antes de
comenzar a decaer de nuevo para repetir todo el procedimiento. Así, se
perpetúa. Y mientras ¿Qué ocurre?
Lo que ocurre es lo que
ha ocurrido siempre, a lo largo de los siete mil años de historia del hombre
civilizado. Lo que lleva ocurriendo desde que el ser humano se agrupa en torno
a una entidad que considera superior a él, llámese Dios, Cultura, o Estado: El
hombre se va deshumanizando, lenta pero constantemente. Se convierte en su
Dios, en su Cultura, o en su Estado, y deja de ser un hombre libre para ser un
conjunto de hombres atados a reglas que muchos no comprenden, y muchos más no
se preocupan por comprender. Cambia el nombre, cambian las formas y cambian los
ideales; pero la realidad, no cambia.
No existe nada que garantice que la recuperación será "mejor" cuanto mayor sea la caída. La única forma de "mejorar" es tomar consciencia de los aciertos, pero sobre todo de los error. Y éso es algo que afortunadamente, tanto a nivel individual como colectivo, se puede hacer en muchos niveles...incluso diría que es preferible no hacerlo tocando fondo, bajo el velo de la negatividad y el desasosiego.
ResponderEliminarA veces, un parche de color...da otra perspectiva.
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